Parece que hay un vínculo irrompible. Y posiblemente no haya nada más aterrador para una mujer que tenga una hermana gemela que la otra desaparezca sin dejar rastro. La idea de una ruptura de ese vínculo que se fija entre el hecho de ser idénticas y cercanas y, casi siempre, de haber forjado unas vidas opuestas, es el aliciente de Ecos, una serie de solo siete episodios que plantea ese conflicto y se convirtió en un éxito para Netflix.



"¿Dónde está mi hermana?", se pregunta Gina, mientras mira un cartel pegado en un poste del lugar donde crecieron. Es una foto un poco pixelada de Leni, que al parecer fue secuestrada. La tensión no solo radica en su búsqueda. La serie tiene otros elementos con los que pretende escapar de ese lugar común que muchas veces se revela en un thriller de estas características. Ambas tienen costumbres opuestas y llevan dinámicas distintas para no vivir en la monotonía.

Gina es una importante ejecutiva de marketing que parece tener una vida perfecta, mientras que Leni se desenvuelve en un ambiente más relajado, en un rancho en el que cría caballos. El haber desaparecido del mapa no solo lleva a la hermana a reencontrarse con su pasado, sino que despierta una extraña incomodidad en el lugar donde crecieron.

Cerca de la finca donde ocurrió el suceso hay patrullas, vecinos, un esposo desorientado, una niñera adolescente (e insolente), así como la comisaria Lousie Floss, que se encarga del caso y desde su primer encuentro con Gina deja ver que siente que algo no encaja entre las hermanas.

“Debe de ser duro estar de vuelta con tanta historia”, le comenta Floss a una hermana desesperada. Ya se notan puntadas de algo más grande que un secuestro o una desaparición.

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