11/01/2022
Para los fans del exitoso autor sueco Fredrik Backman, Gente ansiosa (Netflix, 29 de diciembre) es una perspectiva mucho más emocionante que cualquier caza de recompensas intergaláctica. Y a diferencia del primero de los dos spinoffs de The Mandalorian, la serie entera puede consumirse antes de los primeros gritos de "Auld Lang Syne".
Es justo decir que las anteriores adaptaciones a la pantalla de la obra de Backman han dejado el listón muy alto. Basada en su conmovedora primera novela, Un hombre llamado Ove recibió una nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa (Tom Hanks también protagonizará un remake en inglés), mientras que la miniserie Beartown, decididamente más fría, que se emitió en HBO a principios de este año, fue aclamada como la respuesta escandinava a Friday Night Lights.
Con su oscura vena cómica y la celebración de improbables conexiones humanas, las seis partes de Gente ansiosa se acercan mucho más al tono de la primera historia de viudos cascarrabias. Pero es el intrigante misterio central, inspirado en un día de búsqueda exhaustiva de apartamentos en la vida real, lo que atraerá a aquellos que no estén familiarizados con el estilo de Backman.
La trama gira en torno a un asaltante enmascarado que, mientras huye de la policía -tras haber intentado atracar un banco sin efectivo por una cantidad de dinero concreta e inusualmente modesta-, tropieza con una casa abierta. Sin decir una palabra, el delincuente aficionado desencadena una situación de rehenes extrañamente relajada: al variopinto grupo de potenciales compradores de casas se les permite incluso hacer algo de comer antes de ser liberados. Pero cuando la policía entra en el edificio, el delincuente parece haber desaparecido en el aire. Igual de extraño es que los testigos parezcan confundidos o reacios a dar mucha información sobre lo que ocurrió durante su "calvario".
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